著者
岩根 圀和
出版者
ASOCIACION JAPONESA DE HISPANISTAS
雑誌
HISPANICA / HISPÁNICA (ISSN:09107789)
巻号頁・発行日
vol.1987, no.31, pp.34-46, 1987-12-31 (Released:2010-06-11)

He intentado mostrar en este ensayo que si leemos detenidamente la comedia de nuestro dramaturgo, no hallamos ninguna prueba contundente afirmativa de la culpabilidad de la protagonista, doña Mencía. La verdad es que ella escondió detrás del pabellón de su cuadra al principe don Enrique, que se había introducido a hurtadilla en la casa aprovechando la ausencia de su marido, y además en otra escena, escribió al principe que iba a exiliarse, una carta pidiendo que no se fuera, pero no me resulta convincente la afirmación de que son sus defectos fatales. Más bien hay que anotar que en estos momentos cruciales, dona Mencía tomó las maneras sólo para guardar el honor de su marido y al mismo tiempo, para salvar la vida y el honor de sí misma, con lo cual tenía la intención de evitar el derrumbamiento del orden social basado en el valor de la “honra”. Me atrevo a decir que no había otra alternativa. No cabe duda de que el motivo que desarrolla Calderón en esta comedia es presentarnos una figura que hace esfuerzos para mantener el orden social y las preciosas relaciones humanas que están a punto de arruinarse. Lo que aquí no debemos olvidar es que Calderón es un autor que antes que nada exalta el orden de la Creacion; es decir, el orden establecido.Al paso de lo que acaba de decirse, nuestro dramaturgo nos hace presentar la inhumanidad del código de honor, poniendo de relieve la muerte de la protagonista inocente. Según este codigo, cuanto más el protagonista, el marido intenta guardar su honra, tanto más cruelmente debe matar a su querida esposa. Aclarándonos esta situación contradictoria, Calderón crítica con severidad el sentimiento de honor cruel, despiadado e inhumano.